Por Raúl Ortiz Mory
Después de
comprobar que poseía un talento natural con el hipnotismo aplicado a animales, un
adolescente Leonard Cohen eligió a una de las criadas de su familia para
ponerla en trance. La sentó en una silla, le dijo que relajara los músculos y
le mirara a los ojos; luego le pidió que se desnudara. El poder de su voz
pausada hizo que la figura femenina se develará a través de la imposición de la
voluntad.