Por Raúl Ortiz – Mory
Lydia
Cacho es una periodista mexicana que se enfrentó a altos mandos de la política
de su país al denunciar la existencia de una red de pornografía infantil y
abuso sexual de menores integrada por empresarios, gobernadores y jueces. Poner
al descubierto el entramado de corrupción que convive con el turismo en las paradisíacas
playas de Cancún, le valió una denuncia penal por, supuestamente, haber
difamado a un hombre de negocios asociado al protagonista central de su
investigación: Jean Succar Kuri, empresario hotelero acusado de haber violado a más de cien
niños y niñas. La investigación – que le costó una detención y vejaciones a la periodista – ha sido
plasmada en Los demonios del edén (2005),
un libro que va camino a convertirse en pieza indispensable en términos
periodísticos.
Cacho
inicia su texto con una explicación de la razón y de los componentes que
llevaron al estado de Quintana Roo – donde se ubica el destino playero – a
convertirse en una zona liberada para los abusadores de infantes. La periodista ensaya
algunas teorías a partir de una entrevista que le hace a la antropóloga Lorena
Careaga. Las conclusiones a las que llega están basadas en un enfoque histórico
acerca de la formación social de Quintana Roo y la naturaleza de sus
habitantes.
Dice
Cacho:
La descripción del término frontera
desde un punto de vista antropológico por parte de Lorena Careaga ilumina mejor
el contexto:
“El concepto de ´frontera´ ayuda
mucho a entender a las diferentes oleadas de emigrantes que empezaron a llegar
a Quintana Roo desde principios del siglo XX. Frontera en inglés, o sea,
frontier, equivale al Lejano Oeste. Las regiones de frontera, en este sentido,
no necesariamente están en una frontera político-territorial con otro estado o
país. El término se refiere a una zona que es tierra de nadie, por lo general
salvaje, alejada, despoblada, no sujeta al control político; donde cada quien
toma la ley en sus manos y se hace justicia a su modo; donde florece de manera
natural toda clase de vicios, incluyendo, en primer lugar, por supuesto, la
corrupción, seguida de la violencia indiscriminada, la fuerza, el abuso, el
engaño, el fraude, etcétera. La característica principal de una zona de
frontera es una población volátil, emigrante, inestable, que no permanece más
que el tiempo necesario para hacer dinero rápido, que no crea raíces, a la que
no le interesa desarrollar instituciones relacionadas con la vida sedentaria,
por ejemplo, instancias educativas o de salud.”
Sobre
la debilidad y vulnerabilidad de las instituciones mexicanas la periodista
afirma:
La vida institucional nunca tuvo
oportunidad de desarrollarse al ritmo de la explosión demográfica, inmobiliaria
y turística. La clase política de Chetumal (capital de Quintana Roo), asiento de los poderes estatales, y los
caciques de los alrededores saltaron de la sociedad adormilada y tradicional en
la que vivían para convertirse en agentes políticos de los intermediarios de
fortuna inmediata. Cancún devino en un polo de turismo internacional y destinos
de inversiones hoteleras de primer mundo, sostenido con formas de organización
política de tercer mundo”.
Además
agrega:
“Ante tal vacío institucional, apenas
comienzan a construirse las redes de solidaridad social. Como en toda ciudad
con altos índices de inmigración, Cancún está poblada por personajes que se
reinventan a sí mismos al llegar a vivir en una comunidad habitada por
desconocidos; familias pequeñas sin redes sociales de apoyo, cuyos miembros de
la familia extensa permanecen en su lugar de origen. Este fenómeno ha generado
dinámicas familiares de gran soledad y de poco arraigo emocional a la tierra
que les acoge. La ausencia de arraigo y compromiso comunitario sienta sus bases
en las motivaciones que llevaron a hombres y mujeres a vivir en Cancún”.
El
texto que escribo no está centrado precisamente en la investigación y la
posterior publicación de Los demonios del
edén. La intención de este artículo pasa por explicar otras aristas que a
primera impresión tras leer el libro quedan relegadas por la espectacularidad
de los hechos que Succar Kuri y sus compinches realizan. No obstante, el libro
de Cacho es un modelo a seguir en cuanto al tratamiento de la información con
un cruce de datos cuidadoso y un manejo responsable de los testimonios de las
víctimas. La construcción narrativa y la elección de los acontecimientos no
caen en la tentación del sensacionalismo que sí presentaron algunos medios
mexicanos al momento de estallar la denuncia penal en contra de Succar Kuri. Aunque
el post como dije, va por otro lado.
La
fragilidad de los estamentos mexicanos que se narra en Los demonios del edén se cimenta en los altos niveles de corrupción y
la filtración de organizaciones paralelas a los poderes del estado que ejercen
sus propios códigos de justicia y sometimiento, como es el caso del
narcotráfico, el tráfico de mujeres y la red de pornografía infantil liderada
por pederastas. En algunos casos, el negocio del narco ayuda a impulsar el desarrollo
de los otros dos o complementa una cadena tripartita de favores. Si a ello se
suma un sistema judicial y un aparato policial cómplices que se hacen de la
vista gorda por gracia de sobornos, estamos ante un panorama desalentador y/o
desesperanzador.
El encubrimiento que hizo un sector de la justicia mexicana respecto de los delitos de Succar Kuri es inexplicable. Cacho detalla en uno de los capítulos de su libro que poco antes de que se emita la orden de detención del empresario hotelero, éste recibió una llamada de alerta para que se ponga a buen recaudo. El pederasta hizo maletas y huyó a los Estados Unidos, previa escala en el D.F., donde vivió durante casi un año, antes de que sea detenido y, posteriormente, extraditado hacia México. Tiempo después se llegó a saber que un alto funcionario de la Procuraduría de Justicia del Estado - PJE avisó a Succar Kuri de la orden de detención.
La periodista también da detalles del enfrentamiento entre la PJE y la Procuraduría General de la República - PGR. La primera fue acusada por la segunda de haberle alcanzado testimonios editados de las chicas violadas donde se omitían partes claves que incriminaban al acusado. Es decir, la mayor traba que la justicia federal encontraba a su paso era la propia justicia cancunense. No obstante, en el 2011, la justicia federal sentenció a Succar Kuri a 112 años de prisión por los delitos de pornografía infantil y corrupción de menores.
El encubrimiento que hizo un sector de la justicia mexicana respecto de los delitos de Succar Kuri es inexplicable. Cacho detalla en uno de los capítulos de su libro que poco antes de que se emita la orden de detención del empresario hotelero, éste recibió una llamada de alerta para que se ponga a buen recaudo. El pederasta hizo maletas y huyó a los Estados Unidos, previa escala en el D.F., donde vivió durante casi un año, antes de que sea detenido y, posteriormente, extraditado hacia México. Tiempo después se llegó a saber que un alto funcionario de la Procuraduría de Justicia del Estado - PJE avisó a Succar Kuri de la orden de detención.
La periodista también da detalles del enfrentamiento entre la PJE y la Procuraduría General de la República - PGR. La primera fue acusada por la segunda de haberle alcanzado testimonios editados de las chicas violadas donde se omitían partes claves que incriminaban al acusado. Es decir, la mayor traba que la justicia federal encontraba a su paso era la propia justicia cancunense. No obstante, en el 2011, la justicia federal sentenció a Succar Kuri a 112 años de prisión por los delitos de pornografía infantil y corrupción de menores.
Lydia
Cacho es una periodista valiente. Denunciar la actividad de una red de
pornógrafos y dar la cara teniendo una familia a la que podrían asesinar no es algo que suceda muy a menudo - según su propio testimonio, Succar Kuri habría contratado sicarios para matarla en dos oportunidades -, sobre todo si México está catalogado como uno de
los países más peligrosos para ejercer la labor periodística. Actualmente recibe llamadas amenazantes y vive en un estado de alerta constante, situación
parecida a la de Roberto Saviano – el periodista italiano que se infiltró en la mafia
napolitana y que contó cómo funcionaba la organización criminal en su libro
titulado Gomorra –. Los demonios del edén
muestra la cara más enferma del ser humano y la más patética de la
institucionalidad mexicana. Altamente recomendable.
Si
deseas saber más sobre el caso de Lydia Cacho puedes consultar estas páginas:
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