Por Raúl Ortiz – Mory
Víctor, un niño de 10 años con vocación de cineasta, sufre una pérdida
terrible que lo deja profundamente triste: su perro, Sparky, es arrollado por
un automóvil cuando regresaba de recoger una pelota lanzada por su dueño. La
tristeza del muchacho parece diluirse cuando un experimento le da la opción de
regresar la vida a su mascota. El intento funciona y genera la envidia de sus
compañeros que a puertas del concurso de ciencias de la escuela no han elaborado
ningún proyecto interesante. La consecuencia de copiar la iniciativa de Víctor
traerá efectos dramáticos para la apacible comunidad de Nueva Holanda: seres
monstruosos invadirán el pueblo sembrando el caos y el terror entre sus
habitantes.
A grandes rasgos este es el argumento de Frankenweenie, la última película de Tim Burton que más allá de ser un buen producto de animación – empleando la técnica stop motion, la misma que utilizó para crear El cadáver de la novia y El extraño mundo de Jack – es una cinta de grandes momentos y memorables personajes.
Burton alarga el cortometraje del mismo nombre que trabajó para Disney
en 1984 – que provocó su despido porque era muy aterrador para un público
infantil – agregándole más elementos al reparto sin descuidar la esencia del
relato original. En este remake extendido, nuevamente bajo la casa fílmica de
Mickey Mouse, Burton aprovecha la ocasión para homenajear sin encubrimientos a
algunos de sus referentes como Frankenstein, Drácula o Vincent Price. El
resultado se remite a un buen filme que no desentona con los trabajos
anteriores del mismo corte técnico, pero que más allá de ser una película con
una buena historia, repito, es un filme de personajes.
Mr. Rzykruski – maestro de ciencias que imparte lecciones poco
convencionales con modales severos – o Weird girl – niña de mirada
imperturbable y macabra que lleva a todos lados un gato igual de tenebroso –
son elementos que atraen sin resistencia, que por más freaks que sean – dignos del
universo Burton – logran seducir por sus textos y sus personalidades solitarias.
Si bien parecen seres penitentes, también son protagonistas de situaciones
bisagra: ambos, con sus intervenciones, articulan momentos claves de la película.
Con ello, Burton parece decir que las figuras más raras son las más
determinantes.
Por ejemplo, es el profesor de origen eslavo quien le enseña a Víctor una
teoría sobre los reflejos que tiene la electricidad en los músculos. Esa
lección motiva al niño para resucitar a su fiel can. Burton presenta a Mr.
Rzykruski como un viejo huraño que más allá de sus maneras toscas conecta con
los niños y a la par tiene una relación tirante con los adultos. Mr. Rzykruski
es un incomprendido, un genio loco que enseña con apasionamiento: la figura del
maestro alejado de los cánones consentidos por un rígido sistema educativo. Es
este mismo personaje el que enseña a Víctor que la ciencia puede usarse para el
bien o para el mal y que las cosas salen como uno quiere cuando realmente lo
desea y brotan del corazón.
En el caso de Weird Girl es su anuncio clarividente el que alerta a Víctor
sobre algo fatídico que está por suceder: Sparky es atropellado cuando corre
tras una pelota que su dueño ha lanzado a través de un home run. Burton acude al azar como una clave que vaticina el
acontecimiento que genera el principal nudo narrativo del filme y del que parte
todo el embrollo del argumento. La utilización del misterio y la sensación de
que algo malo está por pasar sostienen la atmósfera que rodea a Weird Girl en
cada una de sus apariciones. Sin duda que esta niña entrará en la galería de
los personajes más entrañables del director.
La música es otro de los componentes que le dan fuerza a Frankenweenie. Danny Elfman es el autor de las piezas sonoras
que acompañan al filme. La colaboración con Tim Burton data de 1985, cuando
Elfman compuso la música de La gran
aventura de Pee-Wee. Desde aquel año ha trabajado en todos los proyectos
del realizador a excepción de Ed Wood
y Sweeney Todd. La escena – una de
las mejores de toda la cinta – donde Víctor hace el experimento para resucitar
a Sparky está ligada en ritmo y movimiento a la música de Elfman con una
intensidad progresiva que deriva en el clímax de la exaltación sonora. La
música no solo acompaña, también es un elemento narrativo de fuste. En términos
generales, Frankenweenie es otra de las
películas que pasará a formar parte de las mejores entregas animadas del
director americano.
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