Por Raúl Ortiz - Mory
Treinta años después de haber rodado Deadline USA, Richard Brooks vuelve a
la carga con otra película de temática periodística: Wrong is right. Sin embargo, en esta nueva
entrega no es el idealismo del oficio ni la lucha de la libertad de prensa frente
al poder económico lo que el director americano presenta. Su mirada ha cambiado
mucho. En tono de sátira ofrece un filme que trata sobre la manipulación
de los medios de comunicación y su influencia en la sociedad, además de la
relación simbiótica del poder político con la prensa, especialmente la que se
genera a partir de la televisión.
Patrick Hale (Sean Connery) es el
periodista estrella de uno de los programas de televisión más vistos de los
Estados Unidos. Su trabajo lo lleva a tratar con el presidente de su país, jeques
árabes, terroristas extremistas y agentes de la CIA y el FBI. Tras ponerse la
careta más canalla del oficio donde más le importa su relación con los altos
mandos políticos, se ve envuelto en un escenario ideal para la consolidación definitiva
de su carrera: descubre que Nueva York sufrirá un atentado nuclear, en tiempos
donde el presidente tienta la reelección. Una gran historia para el periodista
que ve servida la mesa de la consagración.
Si bien la historia es entretenida y roba
algunas sonrisas, por ratos el guión de Brooks se torna confuso por la sucesión
exagerada de personajes que intervienen en la historia, lo que bien pudo simplificarse. A ello se puede sumar la
cantidad de nudos argumentativos que por ratos distrae la atención y centra la
misma más en recordar los hechos recientes que en atar los cabos de la
historia.
Wrong is right es rocambolesca
– digna característica de la sátira – y Brooks saca partido del género, de
forma exuberante sin ruborizarse. Lo mejor del filme es que el tiempo ha revalorizado
su fondo, frente a las realidades política y periodística que se vive hoy. Sólo
un apasionado puede mirar a la prensa desde su ángulo más idealista y después
pasar a mostrarla en su faceta más ruin. Quizá sólo alguien que también fue
periodista. Y Brooks lo fue.
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