Por Raúl Ortiz - Mory
Dos de las paredes que sostienen el departamento de Marco Avilés tienen libros de todo tipo: literarios, de no ficción, ensayísticos, históricos, geográficos, filosóficos, etc. Sin embargo, hay una publicación que destaca sobre las demás – a primera vista por su gran tamaño, parecido al de una TV de 32 pulgadas – y que ahora es la misma que sostiene su vida. Se llama Cometa y comprende un reportaje de 78 páginas, entre texto y fotografías, que narra la historia de Aladino, un poblador machichenga que vive cerca al Lote 88 del gas de Camisea. Junto al fotógrafo Daniel Silva, Avilés cocinó este reportaje durante tres años para contar que las comunidades nativas no responden a esa imagen caricaturesca que se tiene habitualmente y que cada día están más amenazadas ante el avance de la cultura occidental. “Y no me compadezcas” reza un texto al pie de la imagen del ‘Cholo’ Sotil, trabajo del dibujante Cherman, que está clavado en la tercera pared del ‘depa’, y que también podría ser la oración final del reportaje. En esta entrevista Avilés, quien ahora lee un libro sobre ballenas, detalla entretelones del arduo trabajo que implicó Cometa, de la aventura que significa fundar una editorial propia y de los principios éticos de la crónica periodística.