Por Raúl Ortiz – Mory
La realización de documentales como La mina del diablo
(2005) exige un esfuerzo mayor al habitual, tanto en el proceso de
producción como en el planteamiento del tema. En este caso los directores, el
austriaco Richard Ladkani y el estadounidense Kief Davidson, tuvieron que
ingresar y rodar en una de las minas bolivianas más peligrosas: Cerro Rico. Por
otra parte, su condición de extranjeros, les imponía una interpretación de la
vida del protagonista, el niño Basilio Vargas, como un ejercicio alejado de las
clásicas postales de pobreza que vemos en los canales de televisión ¿Cómo se
puede tocar una fibra sensible sin ser efectista?