viernes, 26 de octubre de 2012

Tim Burton y el secreto del candor tenebroso


Por Raúl Ortiz – Mory

Víctor, un niño de 10 años con vocación de cineasta, sufre una pérdida terrible que lo deja profundamente triste: su perro, Sparky, es arrollado por un automóvil cuando regresaba de recoger una pelota lanzada por su dueño. La tristeza del muchacho parece diluirse cuando un experimento le da la opción de regresar la vida a su mascota. El intento funciona y genera la envidia de sus compañeros que a puertas del concurso de ciencias de la escuela no han elaborado ningún proyecto interesante. La consecuencia de copiar la iniciativa de Víctor traerá efectos dramáticos para la apacible comunidad de Nueva Holanda: seres monstruosos invadirán el pueblo sembrando el caos y el terror entre sus habitantes.

A grandes rasgos este es el argumento de Frankenweenie, la última película de Tim Burton que más allá de ser un buen producto de animación – empleando la técnica stop motion, la misma que utilizó para crear El cadáver de la novia y El extraño mundo de Jack – es una cinta de grandes momentos y memorables personajes.

Burton alarga el cortometraje del mismo nombre que trabajó para Disney en 1984 – que provocó su despido porque era muy aterrador para un público infantil – agregándole más elementos al reparto sin descuidar la esencia del relato original. En este remake extendido, nuevamente bajo la casa fílmica de Mickey Mouse, Burton aprovecha la ocasión para homenajear sin encubrimientos a algunos de sus referentes como Frankenstein, Drácula o Vincent Price. El resultado se remite a un buen filme que no desentona con los trabajos anteriores del mismo corte técnico, pero que más allá de ser una película con una buena historia, repito, es un filme de personajes. 

Mr. Rzykruski – maestro de ciencias que imparte lecciones poco convencionales con modales severos – o Weird girl – niña de mirada imperturbable y macabra que lleva a todos lados un gato igual de tenebroso – son elementos que atraen sin resistencia, que por más freaks que sean – dignos del universo Burton – logran seducir por sus textos y sus personalidades solitarias. Si bien parecen seres penitentes, también son protagonistas de situaciones bisagra: ambos, con sus intervenciones, articulan momentos claves de la película. Con ello, Burton parece decir que las figuras más raras son las más determinantes.

Por ejemplo, es el profesor de origen eslavo quien le enseña a Víctor una teoría sobre los reflejos que tiene la electricidad en los músculos. Esa lección motiva al niño para resucitar a su fiel can. Burton presenta a Mr. Rzykruski como un viejo huraño que más allá de sus maneras toscas conecta con los niños y a la par tiene una relación tirante con los adultos. Mr. Rzykruski es un incomprendido, un genio loco que enseña con apasionamiento: la figura del maestro alejado de los cánones consentidos por un rígido sistema educativo. Es este mismo personaje el que enseña a Víctor que la ciencia puede usarse para el bien o para el mal y que las cosas salen como uno quiere cuando realmente lo desea y brotan del corazón.

En el caso de Weird Girl es su anuncio clarividente el que alerta a Víctor sobre algo fatídico que está por suceder: Sparky es atropellado cuando corre tras una pelota que su dueño ha lanzado a través de un home run. Burton acude al azar como una clave que vaticina el acontecimiento que genera el principal nudo narrativo del filme y del que parte todo el embrollo del argumento. La utilización del misterio y la sensación de que algo malo está por pasar sostienen la atmósfera que rodea a Weird Girl en cada una de sus apariciones. Sin duda que esta niña entrará en la galería de los personajes más entrañables del director. 

La música es otro de los componentes que le dan fuerza a Frankenweenie. Danny Elfman es el autor de las piezas sonoras que acompañan al filme. La colaboración con Tim Burton data de 1985, cuando Elfman compuso la música de La gran aventura de Pee-Wee. Desde aquel año ha trabajado en todos los proyectos del realizador a excepción de Ed Wood y Sweeney Todd. La escena – una de las mejores de toda la cinta – donde Víctor hace el experimento para resucitar a Sparky está ligada en ritmo y movimiento a la música de Elfman con una intensidad progresiva que deriva en el clímax de la exaltación sonora. La música no solo acompaña, también es un elemento narrativo de fuste. En términos generales, Frankenweenie es otra de las películas que pasará a formar parte de las mejores entregas animadas del director americano.

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