miércoles, 5 de noviembre de 2014

El canadiense errante


Por Raúl Ortiz Mory

Después de comprobar que poseía un talento natural con el hipnotismo aplicado a animales, un adolescente Leonard Cohen eligió a una de las criadas de su familia para ponerla en trance. La sentó en una silla, le dijo que relajara los músculos y le mirara a los ojos; luego le pidió que se desnudara. El poder de su voz pausada hizo que la figura femenina se develará a través de la imposición de la voluntad.